Expresión con la que se despide o se intenta alejar a alguien, de malos modos, con enfado o haciendo burla.
La porra se situaba en el centro del campamento, clavada en el suelo. Cuando algún soldado se comportaba mal o cometía faltas leves, el oficial de turno lo enviaba a la porra, y allí debía aguardar hasta que se decidiese el castigo que se le imponía. En ocasiones el único castigo era vigilar la porra, es decir, estar allí como un espantajo sin hacer nada.
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