Casi no te conozco y te
pienso,
sé poco de ti mas te
intuyo tanto
que el miedo se asoma
en el horizonte
sin saber definirse por
completo,
como la tormenta que se
presiente
antes incluso de llorar
su primera gota de lluvia.
Deseo que el tiempo
pase veloz
para que luego se
detenga a mi antojo
cuando yo se lo ordene.
Todo lo quiero y a nada
puedo aspirar,
tan sólo a tu compañía,
a la dulzura de tu voz,
a la suavidad de tu
presencia,
a la tristeza de tus
ojos
que, sin querer, intentas
ocultar
mas que acaba
delatándote.
Ni tan siquiera te
puedo hacer partícipe
de lo que empiezo a
sentir sin saber ponerle nombre,
aún....
Sólo quiero que llegue
el momento de estar cerca de ti,
de escucharte sin prisas o apenas de guardar
silencio,
de perderme en tu calma,
y de soñar lo
irrealizable, lo imposible,
sin que duela, sin
pedirte nada, sin que lo sepas.
Oír tu sonrisa cuando
el dolor se olvida de ti y de mí,
compartir tus cosas,
tus penas, tu vida,
en absoluto mutismo,
sin que sepas nunca lo que quiero
y que no puedes ni
debes darme,
protegiéndote como la
niña que jamás has dejado de ser.
Ha ocurrido sin querer,
sin provocarlo,
como ocurre casi todo lo en la vida.
Y, aun así, quién sabe
si no eres uno más
de mis espejismos, una
más de mis mentiras...
Por eso esperaré,
esperaré hasta que los fantasmas
que antaño fueran
compañeros de viaje
dejen de jugar con mis
sentimientos,
y mis carencias
sean menores y no te
necesite para que las acalles.
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