Salen ESTEBAN, ALONSO y BARRILDO
ESTEBAN: ¿No han venido a la junta?
ESTEBAN: Pues más a priesa nuestro daño corre.
ESTEBAN: Frondoso con prisiones en la torre,
BARRILDO: Ya está lo más del pueblo prevenido.
y mi hija Laurencia en tanto aprieto,
si la piedad de Dios no los socorre...
Salen JUAN ROJO y el REGIDOR
JUAN ROJO: ¿De qué dais voces, cuando importa tanto
a nuestro bien, Esteban, el secreto?
ESTEBAN: Que doy tan pocas es mayor espanto.
Sale MENGO
MENGO: También vengo yo a hallarme en esta junta.
ESTEBAN: Un hombre cuyas canas baña el llanto,
¿qué obsequias debe hacer toda esa gente
labradores honrados, os pregunta,
a su patria sin honra, ya perdida?
¿cómo se harán, si no hay entre nosotros
Y si se llaman honras justamente,
hombre a quien este bárbaro no afrente?
¿No os lamentáis los unos de los otros?
Respondedme: ¿Hay alguno de vosotros
que no esté lastimado en honra y vida?
JUAN ROJO: La mayor que en el mundo fue sufrida.
Pues si ya la tenéis todos perdida,
¿a qué aguardáis? ¿Qué desventura es ésta?
vayan dos regidores a la villa
Mas pues ya se publica y manifiesta
que en paz tienen los reyes a Castilla
y su venida a Córdoba se apresta,
será mejor, pues no podrá, ocupado
y echándose a sus pies pidan remedio.
BARRILDO: En tanto que Fernando, aquél que humilla
a tantos enemigos, otro medio
MENGO: A la fe, que si entiende el alboroto,
hacernos bien, con tanta guerra en medio.
REGIDOR: Si mi voto de vos fuera escuchado,
desamparar la villa doy por voto.
JUAN ROJO: ¿Cómo es posible en tiempo limitado?
a un hombre honrado, de quien es regida
que ha de costar la junta alguna vida.
REGIDOR: Ya, todo el árbol de paciencia roto,
corre la nave de temor perdida.
La hija quitan con tan gran fiereza
la patria en que vivís, y en la cabeza
pues somos muchos, y ellos poca gente.
la vara quiebran tan injustamente.
¿Qué esclavo se trató con más bajeza?
JUAN ROJO: ¿Qué es lo que quieres tú que el pueblo intente?
REGIDOR: Morir, o dar la muerte a los tiranos,
BARRILDO: ¡Contra el señor las armas en las manos!
Puesto que por los simples labradores
ESTEBAN: El rey sólo es señor después del cielo,
y no bárbaros hombres inhumanos.
Si Dios ayuda nuestro justo celo,
¿qué nos ha de costar?
MENGO: Mirad, señores,
que vais en estas cosas con recelo.
¡tiranos son! ¡A la venganza vamos!
estoy aquí que más injurias pasan,
más cuerdo represento sus temores.
JUAN ROJO: Si nuestras desventuras se compasan,
para perder las vidas, ¿qué aguardamos?
Las casas y las viñas nos abrasan,
Sale LAURENCIA, desmelenada
LAURENCIA: Dejadme entrar, que bien puedo,
en consejo de los hombres;
si no a dar voto, a dar voces.
que bien puede una mujer,
¿Conocéisme?
ESTEBAN: ¡Santo cielo!
¿No es mi hija?
a Laurencia?
en contingencia quién soy.
LAURENCIA: Vengo tal,
que mi diferencia os pone
ESTEBAN: ¡Hija mía!
LAURENCIA: Por muchas razones,
LAURENCIA: No me nombres
tu hija.
ESTEBAN: ¿Por qué, mis ojos?
¿Por qué?
traidores sin que me cobres.
y sean las principales:
porque dejas que me roben
tiranos sin que me vengues,
Aún no era yo de Frondoso,
no haya llegado la noche,
para que digas que tome,
como marido, venganza;
que aquí por tu cuenta corre;
que en tanto que de las bodas
no ha de correr por mi cuenta
del padre, y no del marido,
la obligación presupone;
que en tanto que no me entregan
una joya, aunque la compren,
¿Qué dagas no vi en mi pecho?
las guardas ni los ladrones.
Llevóme de vuestros ojos
a su casa Fernán Gómez;
la oveja al lobo dejáis
como cobardes pastores.
Mis cabellos ¿no lo dicen?
¿Qué desatinos enormes,
qué palabras, qué amenazas,
y qué delitos atroces,
por rendir mi castidad
a sus apetitos torpes?
¿No se ven aquí los golpes
de verme en tantos dolores?
de la sangre y las señales?
¿Vosotros sois hombres nobles?
¿Vosotros padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor,
Ovejas sois, bien lo dice
antes que entren por el mar
de Fuenteovejuna el hombre.
Dadme unas armas a mí
pues sois piedras, pues sois tigres...
--Tigres no, porque feroces
siguen quien roba sus hijos,
matando los cazadores
¿Para qué os ceñís estoques?
y pos sus ondas se arrojen.
Liebres cobardes nacistes;
bárbaros sois, no españoles.
Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¡Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,
y que os han de tirar piedras,
hilanderas, maricones,
amujerados, cobardes,
y yo me huelgo, medio-hombres,
nuestras tocas y basquiñas,
solimanes y colores!
A Frondoso quiere ya,
sin sentencia, sin pregones,
colgar el comendador
del almena de una torre;
de todos hará lo mismo;
por que quede sin mujeres
JUAN ROJO: Y yo, por más que me asombre
esta villa honrada, y torne
aquel siglo de amazonas,
eterno espanto del orbe.
ESTEBAN: Yo, hija, no soy de aquellos
que permiten que los nombres
con esos títulos viles.
Iré solo, si se pone
todo el mundo contra mí.
que todos están conformes
la grandeza del contrario.
REGIDOR: ¡Muramos todos!
BARRILDO: Descoge
un lienzo al viento en un palo,
y mueran estos enormes.
JUAN ROJO: ¿Qué orden pensáis tener?
MENGO: Ir a matarle sin orden.
Juntad el pueblo a una voz;
en que los tiranos mueran.
TODOS: ¡Tiranos traidores, mueran!
ESTEBAN: Tomad espadas, lanzones,
ballestas, chuzos y palos.
MENGO: ¡Los reyes nuestros señores
vivan!
TODOS: ¡Vivan muchos años!
MENGO: ¡Mueran tiranos traidores!
Vanse todos
LAURENCIA: Caminad, que el cielo os oye.
¡Ah, mujeres de la villa!
vuestro honor, acudid, todas!
¡Acudid, por que se cobre
Salen PASCUALA, JACINTA y otras mujeres
PASCUALA: ¿Qué es esto? ¿De qué das voces?
LAURENCIA: ¿No veis cómo todos van
y nombres, mozos y muchachos
a matar a Fernán Gómez,
¿Será bien que solos ellos
furiosos al hecho corren?
Pues no son de las mujeres
de esta hazaña el honor gocen?
sus agravios los menores.
LAURENCIA: Que puestas todas en orden,
JACINTA: Di, pues, ¿qué es lo que pretendes?
acometamos a un hecho
que dé espanto a todo el orbe.
JACINTA: No son los tuyos menores.
Jacinta, tu grande agravio,
que sea cabo; responde
de una escuadra de mujeres.
LAURENCIA: Pascuala, alférez serás.
pues la dicha nos socorre.
PASCUALA: Pues déjame que enarbole
en un asta la bandera.
Verás si merezco el nombre.
LAURENCIA: No hay espacio para eso,
Bien nos basta que llevemos
nuestras tocas por pendones.
PASCUALA: Nombremos un capitán.
LAURENCIA: Eso no.
PASCUALA: ¿Por qué?
LAURENCIA: Que adonde
no hay Cides ni Rodamontes.
Vanse todas. Sale FRONDOSO, atadas las manos,
FLORES, ORTUÑO, CIMBRANOS y el COMENDADOR
COMENDADOR: De ese cordel que de las manos sobra
quiero que le colguéis, por mayor pena.
FRONDOSO: ¡Qué nombre, gran señor, tu sangre cobra!
COMENDADOR: Colgadle luego en la primera almena.
FRONDOSO: Nunca fue mi intención poner por obra
FLORES: Grande ruido suena.
Ruido suene dentro
FLORES: Y de manera que interrompen
tu justicia, señor.
ORTUÑO: Las puertas rompen.
Ruido
COMENDADOR: ¡La puerta de mi casa, y siendo casa
de la encomienda!
FLORES: El pueblo junto viene.
Dentro
JUAN ROJO: ¡Rompe, derriba, hunde, quema, abrasa!
ORTUNO: Un popular motín mal se detiene.
COMENDADOR: ¿El pueblo contra mí?
tan adelante, que las puertas tiene
Templa, Frondoso, ese villano alcalde.
COMENDADOR: Desatalde.
FRONDOSO: Yo voy, señor; que amor les ha movido.
Vase FRONDOSO. Dentro
MENGO: ¡Vivan Fernando e Isabel, y mueran
los traidores!
FLORES: Señor, por Dios te pido
que no te hallen aquí.
este aposento es fuerte y defendido.
COMENDADOR: Se perseveran,
Ellos se volverán.
los pueblos agraviados, y resuelven,
FLORES: Cuando se alteran
nunca sin sangre o sin venganza vuelven.
su furor con las armas defendamos.
COMENDADOR: En esta puerta, así como rastrillo
Dentro
FRONDOSO: ¡Viva Fuenteovejuna!
COMENDADOR: ¡Qué caudillo!
Estoy por que a su furia acometamos.
FLORES: De la tuya, señor, me maravillo.
ESTEBAN: Ya el tirano y los cómplices miramos.
¡Fuenteovejuna, y los tiranos mueran!
Salen todos
COMENDADOR: Pueblo, esperad.
TODOS: Agravios nunca esperan.
COMENDADOR: Decídmelos a mí, que iré pagando
TODOS: ¡Fuenteovejuna! ¡Viva el rey Fernando!
a fe de caballero esos errores.
COMENDADOR: ¿No me queréis oír? Yo estoy hablando,
¡Mueran malos cristianos y traidores!
yo soy vuestro señor.
TODOS: Nuestros señores
son los reyes católicos.
TODOS: ¡Fuenteovejuna, y Fernán Gómez muera!
Vanse y salen las mujeres armadas
LAURENCIA: Parad en este puesto de esperanzas,
soldados atrevidos, no mujeres.
en él beban su sangre, es bien que esperes?
PASCUALA: ¿Los que mujeres son en las venganzas,
PASCUALA: Todas son de esos mismos pareceres.
JACINTA: Su cuerpo recojamos en las lanzas.
Dentro
ESTEBAN: ¡Muere, traidor comendador!
Dentro
¡Piedad, Señor, que en tu clemencia espero!
Dentro
BARRILDO: Aquí está Flores.
Dentro
MENGO: Dale a ese bellaco;
que ése fue el que me dio dos mil azotes.
Dentro
FRONDOSO: No me vengo si el alma no le saco.
LAURENCIA: No excusamos entrar.
PASCUALA: No te alborotes.
Bien es guardar la puerta.
Dentro
¿Con lágrimas agora, marquesotes?
no ha de estar tan sujeta ni envainada.
LAURENCIA: Pascuala, yo entro dentro; que la espada
Vase LAURENCIA. Dentro
BARRILDO: Aquí está Ortuño.
Dentro
FRONDOSO: Córtale la cara.
Sale FLORES huyendo, y MENGO tras él
FLORES: ¡Mengo, piedad, que no soy yo el culpado!
MENGO: Cuando ser alcahuete no bastara,
PASCUALA: Dánoslo a las mujeres, Mengo, para...
bastaba haberme el pícaro azotado.
Acaba, por tu vida.
que no le quiero yo mayor castigo.
MENGO: Ya está dado;
PASCUALA: Vengaré tus azotes.
MENGO: Eso digo.
JACINTA: ¿No le viene muy ancho?
JACINTA: ¡Ea, muera el traidor!
FLORES: ¿Entre mujeres?
PASCUALA: ¿Aqueso lloras?
FLORES: ¡Piedad, señoras!
JACINTA: Muere, concertador de sus placeres.
LAURENCIA: ¡Ea, muera el traidor!
Sale ORTUñO huyendo de LAURENCIA
ORTUÑO: Mira que no soy yo...
LAURENCIA: Ya sé quién eres.
Entrad, teñid las armas vencedoras
PASCUALA: Moriré matando.
en estos viles.
TODAS: ¡Fuenteovejuna, y viva el rey Fernando!
Vanse. Salen el REY don Fernando y la reina
ISABEL, y don MANRIQUE, maestre
MANRIQUE: De modo la prevención
fue, que el efeto esperado
llegamos a ver logrado
con poca contradicción.
y supuesto que la hubiera
Queda el de Cabra ocupado
de poca o ninguna esencia.
por si volviere dispuesto
en conservación del puesto,
a él el contrario osado.
y que asista en conveniente,
REY: Discreto el acuerdo fue,
y reformando la gente,
el paso tomado esté.
Que con eso se asegura
no poder hacernos mal
Alfonso, que en Portugal
Y si de Cabra es bien que esté
en ese sitio asistente,
y como tan diligente
porque con esto asegura
el bien del reino procura.
el daño que nos recela,
Sale FLORES, herido
FLORES: Católico rey Fernando,
a quien el cielo concede
la corona de Castilla,
oye la mayor crueldad
que se ha visto entre las gentes
hasta donde se oscurece.
REY: Repórtate.
por ser mi vida tan breve.
FLORES: Rey supremo,
mis heridas no consienten
dilatar el triste caso,
a su señor dieron muerte,
De Fuenteovejuna vengo,
donde, con pecho inclemente,
los vecinos de la villa
con leve cause se atreven.
Muerto Fernán Gómez queda
por sus súbditos aleves;
que vasallos indignados
En título de tirano
no atendiendo a que se ofrece
le acumula todo el plebe,
y a la fuerza de esta voz
el hecho fiero acometen;
y quebrantando su casa,
por la fe de caballero
a que pagará a quien debe,
no sólo no le escucharon,
pero con furia impaciente
con mil heridas crüeles,
y por las altas ventanas
le hacen que al suelo vuele,
adonde en picas y espadas
Llévanle a una casa muerto
y a porfía, quien más puede
mesa su barba u cabello
y apriesa su rostro hieren.
y a voces dicen que quieren
tan grande que en ellos crece,
que las mayores tajadas
las orejas a ser vienen.
Sus armas borran con picas
tus reales armas fijar,
Lo dicho he visto escondido,
porque aquéllas le ofenden.
Saqueáronle la casa,
cual si de enemigos fuese,
y gozosos entre todos
han repartido sus bienes.
porque mi infelice suerte
Haz, señor, pues eres justo
en tal trance no permite
que mi vida se perdiese;
y así estuve todo el día
hasta que la noche viene,
y salir pude escondido
para que cuenta te diese.
que la justa pena lleven
de tan riguroso caso
los bárbaros delincuentes;
mira que su sangre a voces
pide que tu rigor prueben.
REY: Estar puedes confïado
que sin castigo no queden.
tal, que admirado me tiene,
castigo ejemplar requiere;
y que vaya luego un juez
que lo averigüe conviene
y castigue los culpados
para ejemplo de las gentes.
Vaya un capitán con él
por que seguridad lleve;
que tan grande atrevimiento
y curad a ese soldado
de las heridas que tiene.
Vanse todos. Salen los labradores y las labradoras
con la cabeza de FERNÁN GÓMEZ en una lanza.
MUSICOS: "¡Muchos años vivan
Isabel y Fernando,
BARRILDO: Diga su copla Frondoso.
FRONDOSO: Ya va mi copla, a la fe;
enmiéndelos el más curioso.
y Fernando de Aragón,
él con ella, ella con él!
pues que para en uno son,
lleve a los dos de las manos.
A los cielos San Miguel
¡Vivan muchos años,
LAURENCIA: Diga Barrildo.
que a fe que la he pensado.
PASCUALA: Si la dices con cuidado,
BARRILDO: "¡Vivan los reyes famosos
muchos años, pues que tienen
nuestros dueños venturosos!
la victoria, y a ser vienen
Salgan siempre victoriosos
Cantan
MUSICOS: "Muchos años vivan
Isabel y Fernando,
MENGO: Yo soy poeta donado.
PASCUALA: Mejor dirás lastimado
MENGO: "Una mañana en domingo
me mandó azotar aquél,
de manera que el rabel
¡vivan los reyes cristiánigos,
pero agora que los pringo
MUSICOS: "¡Vivan muchos años!
Isabel y Fernando,
ESTEBAN: Quita la cabeza allá.
MENGO: Cara tiene de ahorcado.
Saca un escudo JUAN ROJO con las armas reales
REGIDOR: Ya las armas han llegado
ESTEBAN: Mostrad las armas acá.
JUAN ROJO: ¿Adónde se han de poner?
REGIDOR: Aquí, en el ayuntamiento.
ESTEBAN: ¡Bravo escudo!
con este sol, nuestro día.
BARRILDO: ¡Qué contento!
FRONDOSO: Ya comienza a amanecer,
ESTEBAN: ¡Vivan Castilla y León,
y las barras de Aragón,
que el admitir su consejo
Advertid, Fuenteovejuna,
a las palabras de un viejo;
no ha dañado vez ninguna.
Los reyes han de querer
averiguar este caso,
FRONDOSO: ¿Qué es tu consejo?
y jornada que han de hacer.
Concertaos todos a una
en lo que habéis de decir.
FRONDOSO: Es el camino derecho.
ESTEBAN: Morir
diciendo "Fuenteovejuna,"
y a nadie saquen de aquí.
ESTEBAN: Agora pues, yo quiero ser
Fuenteovejuna lo ha hecho.
ESTEBAN: ¿Queréis responder así?
TODOS: Sí.
agora el pesquisidor,
para ensayarnos mejor
en lo que habemos de hacer.
Sea Mengo el que esté puesto
en el tormento.
otro más flaco?
MENGO: Fuenteovejuna lo hizo.
ESTEBAN: ¿Pensaste
que era de veras?
MENGO: Di presto.
ESTEBAN: ¿Quién mató al comendador?
ESTEBAN: Perro, ¿si te martirizo?
ESTEBAN: Dadle otra vuelta.
MENGO: Aunque me matéis, señor.
ESTEBAN: Confiesa, ladrón.
MENGO: Confieso.
ESTEBAN: Pues, ¿quién fue?
MENGO: Fuenteovejuna.
ESTEBAN: ¡Cagajón para el proceso!
Sale el REGIDOR
REGIDOR: ¿Qué hacéis de esta suerte aquí?
FRONDOSO: ¿Qué ha sucedido, Cuadrado?
ESTEBAN: Echad todos por ahí.
REGIDOR Pesquisidor ha llegado.
REGIDOR: Con él viene un capitán.
ESTEBAN: ¡Venga el diablo! Ya sabéis
REGIDOR: El pueblo prendiendo van,
¿Quién mató al comendador,
sin dejar alma ninguna.
ESTEBAN: Que no hay que tener temor.
Mengo?
MENGO: ¿Quién? Fuenteovejuna.
Vanse. Salen el MAESTRE y un SOLDADO
MAESTRE: ¡Que tal caso ha sucedido!
Infelice fue su suerte.
por la nueva que has traído.
Estoy por darte la muerte
y enojarte no es mi intento.
SOLDADO: Yo, señor, soy mensajero,
un pueblo enojado y fiero!
MAESTRE: ¡Que a tal tuvo atrevimiento
Iré con quinientos hombres
y la villa he de asolar;
porque ellos al rey se han dado,
ni aun memoria de los nombres.
SOLDADO: Señor, tu enojo reporta;
y no tener enojado
SOLDADO: Con él, sobre esa razón,
al rey es lo que te importa.
MAESTRE: ¿Cómo al rey se pueden dar,
si de la encomienda son?
podrás luego pleitear.
MAESTRE: Por pleito, ¿cuándo salió
lo que él le entregó en sus manos?
y tal reconozco yo.
por lo más bien acertado;
Por saber que al rey se han dado
se reportará mi enojo,
y ver su presencia escojo
que puesto que tenga culpa
en casos de gravedad,
en todo mi poca edad
viene a ser quien me disculpa.
Con vergüenza voy; mas es
honor quien puede obligarme,
Vanse. Sale LAURENCIA sola
LAURENCIA: Amando, recelar daño en lo amado
nueva pena de amor se considera;
aumenta en el temor nuevo cuidado.
que quien en lo que ama daño espera
si le aflige el temor, fácil se altera;
El firme pensamiento desvelado,
que no es a firme fe pena ligera
Mi esposo adoro; la ocasión que veo
ver llevar el temor el bien robado.
al temor de su daño me condena,
si no le ayuda la felice suerte.
si está en ausencia, está cierta mi muerte.
Al bien suyo se inclina mi deseo:
si está presenta, está cierta mi pena;
Sale FRONDOSO
LAURENCIA: ¡Esposo amado!
¿Cómo a estar aquí te atreves?
FRONDOSO: Esas resistencias debes
LAURENCIA: Mi bien, procura guardarte,
que tal llegue a disgustarte.
porque tu daño recelo.
FRONDOSO: No quiera, Laurencia, el cielo
y el furor con que procede
LAURENCIA: ¿No temes ver el rigor
que por los demás sucede,
aqueste pesquisidor?
Procura guardar la vida.
Huye, tu daño no esperes.
FRONDOSO: ¿Cómo que procure quieres
No me mandes que me aleje;
¿Es bien que los demás deje
en el peligro presente
y de tu vista me ausente?
porque no es puesto en razón
que por evitar mi daño
sea con mi sangre extraño
Voces dentro
Voces parece que he oído,
y son, si yo mal no siento,
de alguno que dan tormento.
Dice dentro el JUEZ y responden
JUEZ: Decid la verdad, buen viejo.
FRONDOSO: Un viejo, Laurencia mía,
atormentan.
ESTEBAN: Déjenme un poco.
Decid: ¿quién mató a Fernando?
JUEZ: Ya os dejo.
ESTEBAN: Fuenteovejuna lo hizo.
LAURENCIA: Tu nombre, padre, eternizo;
[a todos vas animando].
que lo sabes. Di quién fue.
JUEZ: Ese muchacho
aprieta. Perro, yo sé
¿Callas? Aprieta, borracho.
que os ahorque con mis manos!
NIÑO: Fuenteovejuna, señor.
JUEZ: ¡Por vida del rey, villanos,
¿Quién mató al comendador?
FRONDOSO: Bravo y fuerte.
FRONDOSO: ¡Que a un niño le den tormento
y niegue de aquesta suerte!
LAURENCIA: ¡Bravo pueblo!
JUEZ: Esa mujer al momento
en ese potro tened.
Dale esa mancuerda luego.
LAURENCIA: Ya está de cólera ciego.
JUEZ: Que os he de matar, creed,
FRONDOSO: Niegan niños. ¿Qué te espanta?
¿Quién mató al comendador?
PASCUALA: Fuenteovejuna, señor.
JUEZ: ¡Dale!
FRONDOSO: Pensamientos vanos.
LAURENCIA: Pascuala niega, Frondoso.
JUEZ: Traedme aquel más rollizo,
JUEZ: Parece que los encantas.
¡Aprieta!
PASCUALA: ¡Ay, cielo piadoso!
JUEZ: ¡Aprieta, infame! ¿Estás sordo?
PASCUALA: Fuenteovejuna lo hizo.
FRONDOSO: Temo que ha de confesar.
ese desnudo, ese gordo.
LAURENCIA: ¡Pobre Mengo! Él es, sin duda.
MENGO: ¡Ay!
JUEZ: ¿Es menester ayuda?
JUEZ: ¿Quién mató, villano,
MENGO: ¡Ay, yo lo diré, señor!
JUEZ: Afloja un poco la mano.
FRONDOSO: Él confiesa.
la espalda.
MENGO: Señor, ¡Fuenteovejunica!
MENGO: Quedo; que yo
lo diré.
JUEZ: ¿Quién lo mató?
JUEZ: ¿Hay tan gran bellaquería?
Del dolor se están burlando.
En quien estaba esperando,
el tuyo me le ha quitado.
Dejadlos; que estoy cansado.
FRONDOSO: ¡Oh, Mengo, bien te haga Dios!
Salen con MENGO, BARRILDO y el REGIDOR
BARRILDO: ¡Víctor, Mengo!
BARRILDO: ¡Mengo, víctor!
FRONDOSO: Eso digo.
BARRILDO: Toma, bebe, amigo.
Come.
BARRILDO: Diacitrón.
MENGO: ¡Ay, ay!
LAURENCIA: Dale otra vez de comer.
BARRILDO: [Es lo mejor que hay]. ¡Ya va!
FRONDOSO: Bien lo cuelo. Bueno está.
MENGO: ¡Ay, ay!
FRONDOSO: El que bien niega, bien bebe.
BARRILDO: Ésta va por mí.
LAURENCIA: Solemnemente lo embebe.
REGIDOR: ¿Quieres otra?
FRONDOSO: Arrópale, que se hiela.
MENGO: ¡Ay, ay!! ¡Sí, sí!
FRONDOSO: Bebe; que bien lo mereces.
LAURENCIA: ¡A vez por vuelta las cuela!
BARRILDO: Sí, hay. Bebe a tu placer;
BARRILDO: ¿Quieres más?
MENGO: Sí, otras tres veces.
¡Ay, ay!
FRONDOSO: Si hay vino pregunta.
FRONDOSO: Que beba, que éste es mejor.
que quien niega ha de beber.
¿Qué tiene?
MENGO: Una cierta punta.
Vamos; que me arromadizo.
¿Quién mató al comendador?
MENGO: Fuenteovejuna lo hizo.
Vanse MENGO, BARRILDO, y el REGIDOR
FRONDOSO: Justo es que honores le den.
Pero decidme, mi amor,
LAURENCIA: Fuenteovejunica, mi bien.
¿quién mató al comendador?
FRONDOSO: ¿Quién le mató?
LAURENCIA: Dasme espanto.
FRONDOSO: Y yo, ¿con qué te maté?
LAURENCIA: ¿Con qué? Con quererte tanto.
Vanse. Salen el REY y la reina ISABEL y luego
ISABEL: No entendí, señor, hallaros
aquí, y es buena mi suerte.
mi vista el bien de miraros.
REY: En nueva gloria convierte
Iba a Portugal de paso
siendo conveniente el caso.
y llegar aquí fue fuerza.
ISABEL: Vuestra majestad le tuerza,
REY: Siendo vos la que la allana,
REY: ¿Cómo dejáis a Castilla?
ISABEL: En paz queda, quieta y llana.
Sale don MANRIQUE
MANRIQUE: Para ver vuestra presencia
el maestre de Calatrava,
pide que le deis licencia.
que aquí de llegar acaba,
ISABEL: Verle tenía deseado.
que aunque es en edad pequeño,
MANRIQUE: Mi fe, señora, os empeño,
Vase, y sale el MAESTRE
MAESTRE: Rodrigo Téllez Girón,
que de loaros no acaba,
maestre de Calatrava,
Confieso que fui engañado,
en cosas de vuestro gusto,
como mal aconsejado.
perdón humilde os demando.
y el interés me engañó,
injusto fiel; y así, yo
Y si recibir merezco
en que a serviros me ofrezco,
esta merced que suplico
desde aquí me certifico
y que en aquesta jornada
de Granada, adonde vais,
os prometo que veáis
el valor que hay en mi espada;
Y más, quinientos soldados
dándoles fieras congojas,
plantaré mis cruces rojas
sobre sus altas almenas;
en serviros emplearé,
que siempre que hayáis venido,
junto con la firme y fe
de en mi vida disgustaros.
REY: Alzad, maestre, del suelo;
seréis muy bien recibido.
MAESTRE: Sois de afligidos consuelo.
ISABEL: Vos con valor peregrino
sabéis bien decir y hacer.
MAESTRE: Vos sois una bella Ester
Sale MANRIQUE
MANRIQUE: Señor, el pesquisidor
que a Fuenteovejuna ha ido
con el despacho ha venido
REY: Sed juez de estos agresores.
a verse ante tu valor.
MAESTRE: Si a vos, señor, no mirara,
a matar comendadores.
ISABEL: Yo confieso que he de ver
REY: Eso ya no os toca a vos.
el cargo en vuestro poder,
Sale el JUEZ
JUEZ: A Fuenteovejuna fui
de la suerte que has mandado
y con especial cuidado
y diligencia asistí.
del cometido delito,
una hoja no se ha escrito
porque conformes a una,
responden: "Fuenteovejuna."
con un valeroso pecho,
en pidiendo quién lo ha hecho,
que más que esto no he sacado.
Trescientos he atormentado
con no pequeño rigor,
y te prometo, señor,
ni por halagos ni engaños.
Hasta niños de diez años
al potro arrimé, y no ha sido
posible haberlo inquirido
Y pues tan mal se acomoda
el poderlo averiguar,
o los has de perdonar,
o matar la villa toda.
REY: Que entren pues viene, les di.
para más certificarte;
de ellos podrás informate.
Salen los dos alcaldes, FRONDOSO, las mujeres y los
LAURENCIA: ¿Aquestos los reyes son?
FRONDOSO: Y en Castilla poderosos.
LAURENCIA: Por mi fe, que son hermosos;
¡bendígalos San Antón!
ISABEL: ¿Los agresores son éstos?
para serviros dispuestos.
ESTEBAN: Fuenteovejuna, señora,
que humildes llegan agora
La sobrada tiranía
fue el autor de tanto daño.
y el insufrible rigor
del muerto comendador,
que mil insultos hacía
Las haciendas nos robaba
que el cielo me ha concedido,
y las doncellas forzaba,
siendo de piedad extraño.
FRONDOSO: Tanto, que aquesta Zagala,
en que tan dichoso he sido
que nadie en dicha me iguala,
cuando conmigo casó,
aquella noche primera,
mejor que si suya fuera,
y a no saberse guardar
que os admiraréis, sabiendo
ella, que en virtud florece,
ya manifiesto parece
lo que pudiera pasar.
MENGO: ¿No es ya tiempo que hable yo?
Si me dais licencia, entiendo
del modo que me trató.
Porque quise defender
una moza de su gente,
que con término insolente
fuerza la querían hacer,
aquel perverso Nerón
Gasté en este mal prolijo,
que el reverso me ha dejado
como rueda de salmón.
Tocaron mis atabales
tres hombres con tan porfía,
que aun pienso que todavía
me duran los cardenales.
ya tus armas puesto habemos.
por que el cuero se me curta,
polvos de arrayán y murta
más que vale mi cortijo.
ESTEBAN: Señor, tuyos ser queremos.
Rey nuestro eres natural,
y con título de tal
Esperamos tu clemencia
Y la villa es bien se quede
y que veas esperamos
que en este caso te damos
por abono la inocencia.
REY: Pues no puede averiguarse
el suceso por escrito,
aunque fue grave el delito,
por fuerza ha de perdonarse.
en mí, pues de mí se vale,
hasta ver si acaso sale
comendador que la herede.
FRONDOSO: Su majestad habla, en fin,
como quien tanto ha acertado.
Y aquí, discreto senado,
Fuenteovejuna da fin.
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