Un topónimo es simplemente un nombre
de lugar como Caracas, Lima o Quito. Últimamente se viene dando un fenómeno que
es, cuando menos, llamativo en cuanto el uso correcto del castellano. Así, ahora se escucha constantemente “A
Coruña” en lugar de “La Coruña”, “Lleida en lugar de “Lérida”, “Ourense” en
lugar de “Orense” y “Girona” en lugar de “Gerona” siendo los últimos los
términos correctos en castellano. Seguramente se hace esto en un afán de ser
políticamente correctos con las lenguas cooficiales de Galicia y Cataluña, lo
que no tiene el menor sentido desde el punto lingüístico. Si no fuera así, ¿por
qué no decir “London” en vez de “Londres” o “Marseille” en lugar de “Marsella”?
O sin salirnos de la geografía española, ¿por qué no decir “Bilbo” en lugar de “Bilbao”
y “Araba” en lugar de “Álava”? La razón es obvia: porque en castellano se dice “La
Coruña”, “Lérida”, “Orense”, “Gerona”, “Londres”, “Marsella”, “Bilbao” y “Álava”.
Todo lo demás es una estupidez enorme. Por supuesto que un equipo de fútbol se
puede llamar “Lleida” o como quiera llamarse al fin y al cabo usan una lengua
oficial para designarlo; lo que no es de recibo es que determinado lugar en
otra lengua que no sea el castellano
acabe convirtiendo en norma lo que nunca ha sido. Español es español, francés
es francés y catalán, gallego o vasco son tan solo, que no es poco, catalán,
gallego y vasco al margen de la lengua española. A Dios lo que es de Dios y al
césar lo que es del césar.
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