Hace unos años se puso
de moda entre los políticos vascos la expresión “vascos y vascas” quizá con la
intención de hacer hincapié en el hecho de que las vascas también están
incluidas. Si hubieran tenido cierta formación gramatical o, al menos, un
asesor lingüístico que les hubiera corregido por entonces, quizás no nos
veríamos en la situación actual en que “andaluces y andaluzas”, “madrileños y
madrileñas”, “vitorianos y vitorianas”, pululan por cada rincón de esta España
que ha perdido casi todo en los últimos años y que, por perder, está perdiendo
la corrección de un idioma tan bello como el nuestro que brilló en otros
momentos de su historia política. El masculino es el término no marcado e
incluye, por lo tanto, al femenino. Decir “los vascos” es la forma correcta que
incluye tanto a los hombres de Vascongadas como a las mujeres. Cualquier otra
forma es gramaticalmente incorrecta salvo en casos, los menos, en que se quiere enfatizar los dos géneros. El punto más álgido de incorrección se alcanzó
en el Parlamento de los Diputados donde Pedro Sánchez, candidato del PSOE en
las próximas elecciones generales, espetó aquel horrible “miembros y miembras”
dirigiéndose a esa cuadrilla de sinvergüenzas que dicen gobernarnos. Se
autocorrigió casi al instante, cuando se percató de semejante improperio, pero
ya estaba dicho. Así, tengamos cuidado con “los idiotas y los idiotos” que
tienden a copiar todo lo que escuchan, con “los gobernantes y las gobernantas”,
con “los pacientes y las pacientas, con “los imbéciles y las imbécilas”, no
vaya a ser que se nos escape uno y la liemos parda.
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